El otro día leía un posteo que
decía que Navarro y el Destape eran a Macri lo que Lanata y el PPT fueron a
Cristina. Agrego que hay una diferencia: Lanata fue también contra el
kirchnerismo y, sobre todo, contra el peronismo, mucho bajo el subterfugio del
anti populismo.
Esa expresión me quedó dando
vueltas en la cabeza, no solo en su sentido literal, sino en la comprensión de una
consecuencia, que no descubro ahora, pero que me surge con una fuerza nueva: la
dificultad enorme que tenemos los ciudadanos argentinos para enterarnos de lo
que realmente pasa en nuestro país.
Fui muy crítico de Lanata, de su
programa y de muchas cosas que hizo –y sigue haciendo-; para mí, es un sicario
de Clarín que armó una estrategia brillante para sacar a Cristina del Gobierno.
Debo reconocer que fue muy eficiente, que logró que un importante sector de
nuestra clase media urbana lo deificara como la persona que había develado la
oscura trama de corrupción kirchnerista. Consiguió que este sector –básicamente
anti peronista- odiara a Cristina y a varios otros (en una impronta
duranbarbeana) y votara a lo que parecía su antítesis: Cambiemos. Como ya lo he
citado antes, Durán Barba, basándose en conceptos que los publicistas conocen
(y aplican) muy bien, apunta a que nuestro antiguo cerebro reptiliano conciba
al rival político como algo malo y perverso y lo rechace en cualquier
circunstancia. Es más, después de ganadas las elecciones se continuó con la
estrategia, ahora con la ventaja que da el ser Gobierno. Se usaron medios
amigos –y pagos-, y las redes sociales, a las que dedican especial, y no
barato, interés y en las que trabajan importantes equipos de trolls, cosa que
se ha investigado y demostrado sin ninguna duda. De todos modos, el sector que
menciono no cambia por esta noticia. Pareciera que están cooptados para
siempre, y ni siquiera se modifica esto por los evidentes perjuicios que a
muchos de ellos ocasiona la política económica macrista.
Sin embargo, no son ellos los que
me preocupan porque, de cualquier manera, tienen posición tomada, sin mayores
intenciones de modificarla. Pienso en los millones de argentinos que necesitan
–no siempre con clara conciencia- saber qué cosas pasan en Argentina, quién
tiene proyectos políticos positivos para el país, qué cosa han hecho (buenas y
malas, honestas y corruptas, o lo que sea).
No podría decir nada sobre si lo
de Navarro es como lo de Lanata, con verdades y mentiras a medias, con
investigaciones truchas, con un claro sesgo que es incompatible con la
información objetiva, que se supone que es lo que debiera proporcionar el
periodismo y los medios de comunicación. Sin embargo, su claro embanderamiento
tampoco me permite suponer que todo lo que dice y muestra sea verdadero. De
hecho, así como a Lanata lo miraban y escuchaban los anti kirchneristas, a
Navarro lo hacen los anti macristas. Esto no está mal, en la medida que dejen
en claro su posición. Me consta que varias de las denuncias que hace Navarro en
El Destape son verdad, pero difícilmente pueda mencionarlo como fuente objetiva
de noticias.
La mayoría de los medios
pertenecen a multimedios corporativos con variedad de intereses económicos y
políticos, y tampoco aseguran objetividad en el tratamiento de la noticia. Hay
variados ejemplos de noticias sesgadas, ignoradas o tergiversadas en función de
defender esos intereses.
Tal vez, si uno usa las redes y
los medios digitales, además de los medios convencionales, con experticia y
dedicación, puede extrapolar mayores verdades, pero eso no es accesible para la
mayoría de la gente, aunque es una posibilidad.
¿Esto sucede solo en Argentina?
No, es un fenómeno mundial, con distintos matices y grados. Cuando visité
México, oí hablar de la “democracia de las pantallas” para nombrar la
estrategia que llevó al impresentable de Peña Nieto a la Presidencia, en la que
Televisa tuvo un papel relevante.
¿Es nuevo? Tampoco, leí alguna
vez que cuando una imprenta tuvo dueño se acabó la posibilidad de objetividad
en la información. Lo que sí es nuevo, entendiendo un proceso que comenzó con
la globalización de las comunicaciones, es el enorme poder que éstas alcanzaron
en todos los sentidos, hasta producir un mundo que nada tiene que ver con el
pasado y que sigue cambiando a velocidad impensable.
De todos modos, lo que me importa
ahora es Argentina porque vivo aquí, con mi familia, mis amigos, y casi todo lo
que quiero. Se criticó el relato de Cristina, y hoy es mucho peor, porque no es
un relato explícito que uno puede discutir o aceptar. Es mucho más complejo, y
lo tejen los medios y redes que menciono arriba, y esto hace mucho más difícil
conocer la verdad. Hay una “Matrix”, como la de la película, un mundo que no es
verdad, pero que para muchos es la verdadera realidad.
Empecemos por entender esto,
sigamos por desarrollar una fuerte vocación por conocer la verdad y defenderla,
pidamos a los responsables públicos respuestas concretas para la solución de
los problemas que nos interesan: justicia, equidad, sustentabilidad ambiental,
distribución de los recursos entre todos los habitantes del mundo, salud
pública, y toda la larga lista de temas claves para la sociedad de hoy y del
futuro.
Es el comienzo, es una decisión
personal, y no admite excusas. No miren para otro lado, no hay otro lado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario