He llegado hace unos días de un viaje por Italia y España, a las que
no conocía, con varias ideas para desarrollar dándome vueltas por la cabeza,
pero el Domingo 29/05 me encontré –en el Diario Los Andes, claro- con esta nota:
“Macri en el camino de Canossa”, de Luis Alberto Romero (Historiador. Especial
para Los Andes)
Solo una cita: “Hoy, el padre Jorge confronta con Macri para medir
quién tiene mayor peso en los barrios y en el discurso. En San Pedro atiende el
juego grande y en Santa Marta, el chico. Allí quiere verlo a Macri jugando bajo
sus reglas. Quiere que Macri haga su camino de Canossa.” No hay mucha manera de
explicar este análisis, cualquiera que entiende de Iglesia y de política, sabe
que, no solo no es verdad, sino que no tiene sentido. El Papa -y este Papa, con
el peso que tiene en el mundo y en la Iglesia- peleando el barrio como un
puntero con Macri (que no es Obama, tampoco), es fanta ciencia. Ya había leído
a otros que nombraban al Papa como Bergoglio –Padre Jorge es demasiado, me
parece, aunque el Papa no pierde su condición presbiteral-, como modo de
desvalorizar a Su Santidad. Estuve en la Audiencia General del 11 de Mayo, y vi
lo que significa el Papa Francisco y no comprendo que alguien que se llama
historiador, pueda escribir la nota mencionada, salvo que sea un escriba pago.
Entonces, vinieron a mi cabeza otras plumas que escriben, o por
encargo, o por ser parte de una campaña política: por ejemplo, Fernando
Iglesias, que durante la campaña de Macri apareció en cuanto programa
periodístico pudo, o le abrieron desde los medios amigos, descalificando
salvajemente al Peronismo, y a los populismos en general, dentro de los cuales
lo pone, en un análisis muy discutible. Había también una colombiana, de la que
no me acuerdo el nombre, pero que era de la misma especie. Julio Bárbaro
también ha entrado en esta vertiente, con toda su inteligencia y capacidad de
palabra.
Hay variantes: el blog Zuleta sin techo, informadísimo, y que vale la
pena leer, pero más de una vez sesgado de una manera que supone
direccionalidad; en Mendoza, Carlos La Rosa, el mejor politólogo local, escribe
notas de periodismo de opinión para el Diario Los Andes del Grupo Clarín, con
un alto nivel de formación política y sociológica, pero inscripto en los
intereses de la Corporación multimedial. Con Roberto Roitman, hace mucho,
volviendo de General Alvear, adonde lo habíamos llevado a exponer (una
presentación brillante, por lo demás), se lo planteamos, y lo negó, pero la
lectura de sus artículos evidencia su pertenencia.
Más de una vez me he preguntado sobre la posibilidad real de estar
correctamente informado o de conocer
posiciones con un grado razonable de objetividad, o por lo menos, con una
declaración explícita de su posición política o pertenencia institucional. No
soy optimista sobre esto, pero lo de Francisco me pareció una vuelta y media de
tuerca más. Ya no es sesgar una información o un análisis, sin preocuparme por
darle verosimilitud o fundamento. El miente, miente, que algo quedará, que
dicen que dijo Goebbels, sigue siendo –más que nunca- válido. Lo nuevo es que
en el marco del mundo globalizado e híper comunicado, con la enorme concentración
económica actual, estas mentiras pueden poner y sacar presidentes, e instalar
formas de gobierno contrarias a los intereses de la mayoría, bajo una idílica
apariencia de democracia republicana.
Dentro de este marco, el tema de corrupción es un buen ejemplo que
desarrollaré pronto, pero que es útil para demostrar el uso que se le puede dar
a valores o concepciones positivas para ponerlos al servicio de intereses
sectoriales. Francisco no se va a ver afectado por la nota de Romero, pero
sirve para ver cómo actúan estas minorías en las que coexisten corporaciones,
empresarios, jueces, sindicatos, etc., al servicio de un proyecto de poder.