Desde las elecciones de EEUU, me
puse a juntar aportes, comentarios, y documentos sobre el tema, con el objetivo
de compartir algunas conclusiones en mi blog. Claro es que no esperaba que se
alargara tanto la entrada, pero hay mucha información y data.
Me encontré con mucha gente
horrorizada, como si Atila hubiera entrado de nuevo a Roma; con comentarios,
notas y artículos por todos lados –sesudos y de los otros-, que
inevitablemente, te llevan a la popular frase: con el diario del lunes, todos
somos sabios y expertos, añadida a nuestra proverbial y global sabiduría.
Algunas preguntas:
¿Se justifica tanto horror?
Está claro que Trump es
desagradable (bravucón, misógino, xenófobo, y algunas linduras más), además de
Republicano, y que Hillary Clinton es mujer, políticamente correcta, además de
Demócrata, lo que es visto, en general, con mayor simpatía, pero de ahí a
sentir que el mundo, la libertad, la justicia, etc. están amenazados por la
Bestia, es, por lo menos, exagerado. Si revisamos sin mucho detalle, la
historia de los EEUU, tampoco da como pensar que el Imperio iba a ser mucho
mejor con Hillary que con Trump. Para no irnos muy atrás, empecemos con las
bombas atómicas sobre Japón, sigamos por Corea, Vietnam, y tantos otros, sin
olvidar a Siria, justamente bajo la conducción de la misma Hillary y Obama.
¿Por qué Imperio iba a dejar de ser lo que ha sido históricamente?
Personalmente, no tenía mayores expectativas, más allá de lo atípico de esta
elección.
¿A quién perjudica que Trump haya sido elegido?
También se ha dicho mucho sobre
esto, más allá de que no es sencillo tener certeza sobre qué hará de todo lo
que declamó en campaña una persona que no viene de la política (o sea que no
tenemos referencias claras), que es un multimillonario sin equipo político (ha
puesto a gente de su familia a llevar la transición), y que no es mismo hablar
que llevar a cabo. En realidad, si a alguien cayó mal el triunfo de Trump es al sistema
financiero, a las bolsas y, más cercanamente, al proyecto de Macri, que apostó,
a semejanza del modelo chileno, a la apertura, al endeudamiento financiero, a
una economía de “commodities” y servicios, en lugar de desarrollar la capacidad
industrial y el mercado interno. Por ejemplo, prefirió los TLCs (Tratados de
Libre Comercio) al Mercosur. Sintéticamente, la campaña de Trump presentó un discurso extremo,
prometiendo levantar un muro para terminar con la inmigración mexicana,
prohibir la entrada de musulmanes al país y deportar a todos los habitantes del
territorio de los Estados Unidos que no hayan ingresado legalmente al país.
También prometió un mayor proteccionismo económico y un importante recorte de
impuestos a los sectores concentrados de la economía con la promesa que esas
medidas promoverían la creación de empleo. La bolsa de Japón se desplomó incluso
antes de que se confirmar la victoria del republicano y hoy los mercados de
todo el mundo reflejarán el cimbronazo causado por los resultados electorales
de los Estados Unidos (Página 12 del miércoles). En principio, y por ahora, no
se justifican muchas de las preocupaciones que se manifiestan por estos días.
¿Por
qué fue elegido Trump?
Una primera aclaración: si el sistema fuera de mayoría simple de votos, Hillary
sería la próxima presidenta, porque tuvo más votos; sin embargo, como la
elección es indirecta, como Gore frente a Bush, Trump será el Presidente. Esto
significa, además, que el millonario debe ser muy cuidadoso con la lectura de
la demanda social, y no creer que tiene amplio margen, aun teniendo control de
ambas cámaras del Congreso. Sin embargo, su victoria confirma el cambio del
esquema político que rigió en Estados Unidos durante los últimos treinta y
cinco años, desde Ronald Reagan. El caudal de votos que logró Trump en los Estados
del norte indica que los votantes blancos de clase media baja, golpeados por las
consecuencias de la crisis de 2008, abandonaron a los demócratas y se volcaron
hacia el Partido Republicano. La suma del voto de minorías, mujeres y jóvenes
no les alcanzó a los demócratas para repetir el logro de las dos elecciones
presidenciales anteriores. La cantidad record de latinos que acudieron a las
urnas no pudo compensar la caída en el voto de negros y de jóvenes, que habían
acompañado a Obama y no se sumaron masivamente a la propuesta de Clinton. Sin
dudas, Trump identificó y
capitalizó la frustración y el enojo de segmentos del interior profundo de
Estados Unidos que han visto sus condiciones de vida estancadas, o
deterioradas, durante las últimas décadas, particularmente desde la irrupción
de las políticas neoliberales más extremas y el avance de la
desindustrialización. Las estadísticas son contundentes: en 1970 la admirada
clase media norteamericana concentraba 62% del ingreso nacional pero
hoy representa tan sólo 43% del PIB. Esta tendencia se agudizó con la crisis
iniciada en 2008 en el corazón de Wall Street, en que 9,3 millones de familias
perdieron su propiedad mientras se otorgaban rescates billonarios al sector
financiero. La desigualdad se disparó a niveles alarmantes y, con ella,
prosperaron el malestar y el hartazgo con el sistema. A diferencia de Europa,
la economía norteamericana se recuperó y crece ininterrumpidamente (aunque a
una tasa baja) desde 2010, pero este crecimiento no generó hasta ahora una
mejora significativa en la distribución. De hecho, Estados Unidos distribuye
mal la enorme riqueza que genera cada año.
¿Qué conclusiones generales podemos sacar?
1.
En términos internacionales, la candidatura de
Trump se inscribe en el resurgimiento de las posiciones ultranacionalistas de
derecha en los países desarrollados, particularmente en Europa, con una
plataforma xenófoba y anti-Estado en un marco de creciente desigualdad. Trump
representa la versión estadounidense de la “anti-política”, un mal que también
aqueja hoy a nuestra América Latina. (Página 12).
2.
Mi amigo Jorge Bodoc me aportaba que el triunfo
de Trump, el Brexit y otros fenómenos similares, son expresión del rechazo de
la gente a la globalización. Se expresa como xenofobia y racismo, pero hay un
rechazo al establishment globalizador. Estos fenómenos son parte de una crisis
de la globalización y del neo-liberalismo. El reclamo subyacente es
independencia. Se dice que estamos en un en un punto de inflexión. Los pueblos
del "primer mundo" quieren salir de la globalización -y lo comprobé cuando
estuve en Mayo en Europa. “Con la Lira estaba mejor”, me decía un ex –alumno.
Es cierto que se expresan con formas grotescas y fascistas, en muchos casos, pero
en gran manera, les impulsa el anhelo de recuperar la autonomía y con ello
"el estado de bienestar". Piden garantizar trabajo nacional, quieren
proteccionismo. Quieren que su país vuelva a ser grande. Los sectores progresistas
del primer mundo no han tomado este reclamo, siguen creyendo en una
"globalización progresista", en mantener la Unión Europea. Pero la
globalización es parte del proyecto del neo-liberalismo, un tema que requeriría
un análisis aparte.
3.
Para Claudio Lozano (Triunfo de Trump. Primeros
interrogantes),“una vez más se ha demostrado que los medios de comunicación,
así como las empresas que auscultan la opinión pública, no solo no son
infalibles, sino que su influencia parece haber menguado de manera significativa.
Al igual que con el Brexit en Gran Bretaña, el triunfo de Trump debe leerse
como una nueva manifestación del malestar social frente a los efectos de la
globalización neoliberal capitalista, así como respecto a la ficción en que se
han transformado las denominadas democracias representativas del mundo
occidental. Los impactos de la relocalización industrial y el cambio
tecnológico sobre los trabajadores industriales, la ampliación de la
desigualdad y el deterioro de las capas medias, así como la cristalización de
una casta política de representantes disociada de los representados, han sido
factores claves para que los votantes buscaran en un supuesto “outsider” de la
política, el modo de cuestionar al establishment dominante.
Pero más allá de esta afirmación, resulta difícil
vislumbrar cuál es el escenario futuro a partir del triunfo de Trump. ¿En qué
medida estamos frente a una reconfiguración del sistema político
norteamericano? Y, ¿en qué medida muchas de las afirmaciones críticas de Trump
respecto a los acuerdos de libre comercio, o en materia de política
internacional, tendrán correlato práctico en las políticas futuras de la
potencia del norte?”
4.
De cualquier manera, va a haber consecuencias
negativas para el proyecto neoliberal del macrismo. Hoy es noticia que el
Gobierno de Barack Obama decidió no continuar con la tramitación del Acuerdo
Estratégico Trans-Pacífico de Cooperación Económica y dejó su negociación a
cargo del Gobierno del próximo mandatario. El TTP ha sido denunciado
ampliamente por efectos nefastos en las economías regionales, en las libertades
personales, con una mayor aún concentración de la riqueza, y Macri quería
incorporarse a él, como Chile, por supuesto.
5.
Es real lo del punto de inflexión, porque,
además, es después de lo del “Brexit”, y antes de lo que pasará en Europa, en
Austria, por ejemplo (la Merkel ya lo conoce). Ese contexto debería motivarnos
a –a pesar de Macri y Temer- profundizar el trabajo político con los que creen
en un proyecto nacional y popular, de integración latinoamericana, más que
nunca con México incluido.
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